Es complicado ser mujer periodista en El Salvador, donde la industria periodística—como en la mayoría del mundo—está dominada por los hombres. Algunas veces ellas reciben un menor pago por el mismo trabajo, tienen que lidiar con el acoso o la discriminación, o, sobre todo, están limitadas solo a trabajar en El Salvador, un país todavía en la lucha por la igualdad de género y con las leyes contra el aborto más restrictivas del mundo.
A pesar de estos retos, Laura Aguirre y Jimena Aguilar, dos mujeres periodistas salvadoreñas, reconocieron la necesidad de crear un espacio mediático hecho para mujeres y por mujeres. Ellas son dos de las cuatro fundadoras de Alharaca, un medio emprendedor y en línea, dedicado a cubrir temas de mujeres, y en busca de nuevas maneras de diversificar su financiamiento y alcanzar la sostenibilidad.
Alharaca es necesario porque en El Salvador, el espacio para las mujeres en el periodismo es limitado, dice Aguilar. “Es imposible que el periodismo no refleje una sociedad en donde la mayoría de las posiciones de poder están ocupadas por hombres… y en las redacciones la mayoría de editores y la mayoría de dueños de medios son hombres y luego está la parte del acoso sexual dentro de las redacciones, que llega momento en que te cansas y te vas y si no hay un espacio donde te vas a poder trabajar sin que esto suceda, pues te vas a otro medio a donde esto no pase.”
Por eso era necesario crear un espacio en el que pudieran hablar con libertad y fuerza de las cosas que ellas creen son importantes para más del 50% de la población, dijo Aguirre.
Aplicaron, y recibieron, en 2017 un premio de la iniciativa IDEA, fundada por Planned Parenthood Global en los EE.UU., para producir el proyecto transmedia, “Sexo Sinvergüenzas”, sobre salud sexual reproductiva. Al principio, la idea fue colaborar con un medio en línea, pero encontraron obstáculos encontrar uno para colaborar porque no todos los medios quieren dedicar espacio a los temas de mujeres. Temían que una colaboración financiada por dinero de una organización que apoya al aborto podría poner en peligro la objetividad del periódico, explica Aguirre.
Desde esta experiencia nació el deseo de hacer un único proyecto y tener el poder de encargarse de todas las decisiones sin depender de nadie más. Por eso, en julio de 2019, lanzaron la página Alharaca como un medio independiente.
“Cuando esto pasó, ahí nos dimos cuenta que necesitábamos tener un poco más de seguridad nosotras. Y, en lugar de entrar a otro medio como si fuera un proyecto del medio, plantearlo como una co-producción. Entonces vamos a hacer un colectivo que vamos a producir algo con vos, con el otro medio, vamos a hacer un intercambio de recursos, yo produzco el contenido y me das recursos que no tengo. Y entonces así fue como decidimos conformarnos primero como un colectivo, Alharaca,” comenta Aguirre.
Alharaca es un medio feminista de El Salvador con la meta de hacer periodismo de calidad, experimentar con diversos formato, llegar a audiencias diferentes que las de medios tradicionales, y ofrecer temas, con un enfoque de género, que están vetados o ignorados por otros medios.
“Veíamos que los temas que nos interesaban no tenían tanta resonancia en los medios con los que estábamos trabajando… fue como que estas frustraciones solo nos animaron más a decidirnos por hacer algo propio que tuviera los valores que nosotros teníamos, ya que los compartíamos y donde pudiéramos hacer las cosas que quisiéramos, sin tener que preguntarle a nadie,” dice Aguilar.
Alharaca.ca, además de hacer investigaciones periodísticas y producir proyectos editoriales, también ofrece “productos y servicios de diseño y producción de contenidos y estrategias digitales sobre género, inclusión, y medio ambiente,” según su página web.
Las fundadoras escogieron este nombre – “alharaca” es una palabra despectiva, algo que se dice para indicar que alguien (frecuentemente mujeres) está haciendo demasiado ruido sobre algo que realmente no tiene mucha importancia—para apropiarse de la palabra y usarla en contra de sus detractores.
“Es una frase que se ha escuchado decir a algunas personas sobre las mujeres que hacen periodismo enfocado en temas de género, y ahí fue como nosotros decidimos retomar la palabra y resignificarlo un poquito, o bastante, y toda la gente le encanta el nombre y le gusta la historia detrás también,” explica Aguilar.
No fue una decisión fácil, pero para las fundadoras de Alharaca, fue importante distinguirse como un medio feminista.
“Creo que porque quizás todavía teníamos reservas nosotras de cómo eso iba a ser percibido porque, claro, en El Salvador y en Latinoamérica– ahora quizás ya no tanto, pero hace dos años hace un año y medio– todavía el decirte feminista era como un poco radiactivo,” sostiene Aguilar. Agrega que ellas han escuchado muchos comentarios de gente, incluyendo otros periodistas, diciendo que no se podía ser feminista y periodista. “Nosotros, ya después de varios de esos comentarios fue como que no, no puede ser que tengamos miedo de cómo nos van a percibir. Creo que, para mí, personalmente, cada vez ha sido menos importante como alguien me va a percibir por llamarme feminista.”
Una de sus metas más grandes es “intentar romper con estas lógicas de los medios masculinizados en la que todos se ven como competencia,” Aguirre dijo, y añadió que los medios feministas operan con otra lógica, y entienden “lo que significa ser alianza y compartir información y replicar la información. Entonces eso es lo que estamos construyendo también en El Salvador.”
Aguirre y Aguilar explican que al ser un medio feminista, a veces, implica tomar una posición, pero no significa que están haciendo activismo. De hecho, Aguirre cree que hablar de eso es una “falsa discusión porque es un callejón sin salida.” La mayoría de los medios prestigiosos hoy en día mencionan su apoyo a los “derechos humanos” en sus misiones, dice, y nadie los acusa de hacer activismo. Pero “los periodistas que piensan esto generalmente dicen que uno, cuando escribe sobre mujeres o sobre los problemas de las personas de la diversidad, lo que está haciendo es casi como una campaña…Pienso que ahí hay incoherencia.”
Entonces, luchar contra el estigma de ser un medio feminista requiere demostrar que realmente están siguiendo el método periodístico, haciendo informes y investigaciones serias, combinando las herramientas “del método periodístico con otras formas de investigación que vienen de la calle, y de esta forma nosotros en cada proyecto podríamos publicar también como en una tesis la metodología que seguimos, para que otra persona también pudiera seguir esta metodología y llegar a sus propias conclusiones así como nosotros lo hicimos. Entonces eso creo es una manera de contestar a las personas que creen que hacemos activismo,” dijo Aguirre.
Aguilar destaca la importancia de ser honesto sobre quiénes son y lo que están haciendo. “Como periodistas estamos concientes de nuestros propios filtros, y lo único que podemos hacer es ser honestos de que son estos, y la igualdad de género es uno de esos y no creo que sea malo de tenerlo… Para nosotros no es debatible el que los derechos de las mujeres tengan que respetarse y cumplirse y … fiscalizar también a otros poderes fácticos sobre como respetarlos o no.”
Las fundadoras están seguras que existe una audiencia para este tipo de información, y el engagement así lo muestra. La mayoría de su audiencia está en El Salvador, y son mujeres entre 25 y 50 años. Las mujeres superan el 50% de su comunidad, aunque también hay hombres dentro de sus lectores—por ejemplo, la audiencia de un episodio de su podcast, Temporada de Leones, tuvo una mayor audiencia masculina. De cualquier manera, Aguilar explica que, en general, la audiencia es joven, especialmente en las redes.
En las redes sociales, la página de Alharaca tiene un poco menos de 1.000 seguidores en Facebook después de solo un par de meses de estar activa. Sin embargo, el Proyecto Sexo Sinvergüenzas, sobre el cual creció Alharaca, tiene cerca de 4.000 seguidores y tuvo un alcance de 200.000 interacciones en su mejor momento, precisa Aguirre.
Para el año que viene, el reto es unificar las diferentes cuentas de Alharaca y sus distintos proyectos, para asegurar que su alcance crezca, dice Aguirre. Estar activo en las redes es importante para mejorar las relaciones con las audiencias, según Aguilar. Llegar a los jóvenes, y crear una relación más interactiva con la audiencia, requiere innovación, agrega.
Primero, se debe innovar en los temas que aborda el medio, como la sexualidad y los derechos sexuales reproductivos, sobre los que otros medios digitales hablan poco, según Aguirre. Y si realizan coberturas, emplean el formato de pirámide invertida o el de un gran reportaje que “cada vez son más difíciles que la gente los lea completos.”
También hay que hacer un espacio creativo, señala Aguirre. Por ejemplo, una forma de innovar en el cambio de perspectiva consistió en combinar textos y audios con los testimonios anónimos de mujeres contando sus historias de violencia de género y por qué no los denunciaron.
Es decir, están innovando en tres áreas: perspectiva (en términos de las relaciones con las fuentes y las voces), diseño, y experiencia visual.
“Usamos la palabra innovación. Creo que siempre estamos tratando de experimentar con los formatos que utilizamos para contar las historias que investigamos,” comenta Aguilar. “Queremos experimentar con formatos y con la forma de relacionarnos con nuestras audiencias, porque no sólo hacemos texto, sino que hacemos proyectos que experimenten con las nuevas tecnologías o con diferentes formas de exhibir nuestros proyectos. Eso puede ser en formas análogas también, como en exhibiciones en sitio.”
Aunque hay estudios que demuestran que la mayoría de medios emprendedores empiezan sin un modelo de negocios, las fundadoras de Alharaca sabían desde el principio que querían crear algo sostenible, y que por eso necesitarían un plan. Sin embargo, como periodistas, ellas realmente no se formaron en asuntos de negocios. Por eso, decidieron contratar a alguien.
“¿Qué sabiamos de negocios? Nada,” dice Aguirre. “Pero lo que hicimos bueno fue ocupar parte de los pocos recursos que tenemos para contratar una coach que por como 6 meses [la primera parte de 2019] estuvo acompañándonos en la formulación de un plan de negocios.”
Ahora están en el proceso de decidir cómo van a desarrollar este plan para tomar en cuenta sus experiencias del primer año. El plan ha variado, lo que significa que ellas tienen que ir construyéndolo, aprendiendo en el camino.
Por ejemplo, Aguilar cuenta que ella y otra fundadora participaron en un bootcamp para aprender mejor cómo montar un plan de negocios.
“Una de las cosas que hablamos desde el principio era como nosotros queremos tener sostenibilidad de nuestro proyecto,” dice. “Queremos encontrar alguna forma de no depender económicamente sólo de fondos, que no es una cosa tan fácil. Y luego también ver qué tanto compromiso podíamos meterle a esto porque todas estamos trabajando, estamos haciendo otras cosas… Y desde ahí empezamos a trabajar en eso y luego ya poco a poco nos hemos ido desarrollando como los planes de negocio, pensando cómo queremos trabajar, cómo hacer nuestra relación con nuestros colaboradores.”
Financiamiento
El reto ahora es tener recursos financieros suficientes para poder realizar todas las cosas que quieren hacer. Para ellas, la autonomía económica es preeminente porque da el poder de tener la última palabra, y el control de decisiones sobre cómo manejar el dinero y el contenido.
Ya tienen la personería jurídica como empresa, y están en el proceso de establecerse como ONG que permite la aplicación a fondos de cooperación. Sin embargo, la meta es no tener que depender totalmente de este tipo de financiamiento.
Han calculado que necesitan $100.000 al año para operar. Y, porque quieren pagar a todos por su trabajo, y también vivir de este trabajo, saben que por eso es tan importante tener líneas diferentes de ingresos.
Al principio, en el plan de negocios vieron al medio como una productora de contenidos, pero se dieron cuenta que no era tan factible porque requiere casi dos equipos paralelos para producir su propio contenido, al mismo tiempo que producen para otros. Decidieron acabar con esta idea, y en lugar de eso, surgió la posibilidad de hacer consultorías.
Por ejemplo, desarrollaron un chatbot para el Fondo de Población de las Naciones Unidas, parecido a lo que hicieron en Sexo Sinvergüenzas, pero sobre el tema de masculinidades para escuelas públicas. Fue su primer contrato comercial, de $15.000, y fue un éxito, “la primera entrada para capitalizar a Alharaca,” según Aguirre. Desde esta experiencia surgieron tres nuevas líneas de financiamiento en su plan de negocios: 1) consultoría de este tipo con organizaciones similares, 2) el desarrollo de estrategias de redes para este tipo de proyectos, y 3) eventos.
“Vamos a empezar con eventos offline porque estamos muy decididas y con muchas ganas de sacar nuestros contenidos de la parte digital para también ponerlos en interacción directa con las audiencias,” dice Aguirre.
En 2018 hicieron un par de eventos pequeños hablando d
e Alharaca, Sexo Sinvergüenzas, y Temporadas de Leonas, su podcast.
“Tuvo un super impacto,” comenta Aguirre. “No es que llegaron miles y miles de personas, y también El Salvador es muy chiquito, pero el hecho de que estos eventos pequeños se llenen para hablar con nosotras, creo que es una buena señal.”
Por eso están planeando eventos que pueden producir durante el año, como un encuentro con una jornada de stand up, en el primer día, y un conversatorio, al siguiente, junto a otros medios feministas que han ido apareciendo desde que Alharaca surgió; que es otro de los impactos que ha tenido su proyecto, dice Aguirre.
También están explorando el modelo de solicitar donaciones de lectores para financiar su trabajo a cambio de un tipo de contenido extra. Además, están evaluando la posibilidad de vender publicidad, sobre todo de tipo “native advertising” en temas de salud sexual reproductiva, como métodos anticonceptivos, condones y menstruación, porque este tipo de materiales son muy factibles, según Aguirre.
Otros proyectos futuros, para buscar diferentes fuentes de ingresos, incluyen la producción de contenido en otras lenguas, como inglés o alemán, y la producción de documentales.
La meta es ser totalmente autosustentables en 10 años, y, en cinco años, que el 50% de los ingresos provenga de cooperaciones y el otro 50% de otras fuentes propias. Al largo plazo, no quieren renunciar a la cooperación, pero lo ideal sería depender solamente un 20% de la cooperación.
Al final, según Aguirre, la idea es tener “la suficiente capacidad económica para poder producir nuestros contenidos y pagarle a la gente que los produce y eso nos da la independencia también para decidir quien lo puede republicar gratis y quien no. No cerramos la posibilidad de venderlo también. Pero creemos que una de las cosas que hay que romper, al menos en los temas de los que nosotros estamos trabajando, es la cuestión de la competencia porque yo no investigo violencia contra la mujer o violencia sexual etcétera para tener la madera del día en la región, ¿no? O el post más visto. Realmente lo que me interesa es que tenga un impacto más allá de los likes, que se hable de eso, que llegue a tomar decisiones y eso solo puedo conseguirlo si consigo formas de discutirlo de otra manera.”
Por ejemplo, quiere crear un espacio seguro de trabajo con protocolos de acción contra la violencia, y una política de género para que Alharaca pueda ser diferente de los otros medios donde “muchas de las chicas que ahora trabajan con nosotros, sufrieron algún tipo de violencia,” comenta Aguirre, agregando que todo lo que están haciendo para cumplir este objetivo requiere más dedicación de tiempo y de recursos.
Las fundadoras siguen buscando subvenciones para proyectos especiales, pero también están desarrollando productos y servicios que pueden vender, como productos y estrategias digitales. Además, están considerando la posibilidad de conseguir cooperación internacional, así como la posibilidad de atraer inversiones por parte de empresas privadas.
“Queremos encontrar una forma de ser sostenibles más allá de los fondos de cooperación o de fundaciones,” dice Aguilar.
Tener que pensar en el dinero y cómo conseguirlo es algo nuevo y un poco desalentador, apunta Aguilar, porque las fundadoras tienen otro tipo de formación.
“Si vamos a hacer la dirección en la que vamos a buscar la sostenibilidad, tenemos que buscar a alguien que se dedique para eso y buscar las personas idóneas que tengan la capacidad, y no nosotras meternos a hacer estas cosas que quizás no somos por algo, nos metimos en periodismo y no en ventas… Aunque no somos gente de negocios, que sí somos muy claras en cómo queremos manejar nuestra situación financiera o sea queremos que sea de forma transparente, que pagarle a las personas de forma justo al trabajo que les estamos pidiendo,” señala Aguilar.
Y poco a poco están aprendiendo en el camino, mirando a medios en otras partes del mundo como referentes.
Sin embargo, después de más de un año trabajando en periodismo emprendedor, todavía Aguilar no piensa en sí misma como “emprendedora,” pero tampoco como “periodista” solamente. Prefiere “creativa de medios.”
“Cuando veo un proyecto no solo pienso del periodismo, sino que también de cómo contar una historia, de cómo buscar formas más creativas de contar historias, y quizá siempre lo hago desde la no ficción, pero creo que me gusta más un espacio donde se pueda experimentar, a donde puedas traer teorías de las humanidades. Pero por algo no me dediqué a business management, no me mueve… pero es indispensable tener una perspectiva de negocios en lo que estamos haciendo.”
Las fundadoras esperan ser un referente para el periodismo en la región. Sin embargo, reconocen que eso implica varios retos, incluso el medio ambiente para mujeres, y mujeres periodistas en particular, en El Salvador. Aguirre dice: “Es como algo con lo que tenés que cargar siempre, entonces con lo que está siempre negociando, el hecho de ser mujer y además en un ámbito en el que está muy permeado por hombres, por estrellas, porque en El Salvador hay muchas estrellas de periodismo, pero nos da mucha fuerza, también… Nos da una mayor razón de ser, ellos son nuestro referente de todo lo que no queremos hacer, entonces nos marcan un camino muy claro… Pareciera que siempre tenemos que estar validando o probando que lo que estamos haciendo es bueno o es periodismo, como le digo a las chicas tenemos que dejar de medirnos por lo que dicen o no dicen de nosotros los otros medios.” Lo que importa, dijo Aguirre, es lo que piensa la audiencia y que tiene un espacio para compartir sus historias y testimonios.
A pesar de los retos, ellas saben que han tenido, y siguen teniendo un impacto importante. Aguilar comenta: “Está abriendo un nuevo lugar que no existía, no existió un espacio para periodistas mujeres liderado por periodistas mujeres. Entonces ahí creo que tenemos muchas posibilidades de éxito, en el sentido de que las nuevas generaciones ya no dan por sentado, necesitan un cambio. Si ves los movimientos feministas que están pasando en toda Latinoamérica, es como una ola que está tomando fuerza en toda Latinoamérica y creo que, por ejemplo, tanto de parte de las audiencias ya no quieran sólo escuchar la perspectiva de los mismos tipos cincuentones. Quieren escuchar otras opiniones, verse reflejados a sí mismos. Y también desde la perspectiva de las mujeres que están ejerciendo periodismo, se lo ve cada vez más. Están dispuestas a denunciar cosas que no están bien, están mucho más dispuestas a enfrentarse a su jefe sin miedo a repercusiones… Creo que quizá nosotras fuimos las primeras en hacerlo, pero no creo que seamos las últimas.”
Al final, afirma Aguirre, quieren construirse como un referente en el periodismo de soluciones y “más que soluciones, en periodismo que muestra las resistencias, como los sujetos no sólo sufren ni aguantan sino que también resisten y hacen estrategia y son agentes también de su propia vida.”